miércoles, 30 de julio de 2008

Noches de verano


Ayer un buen amigo me envió esta reflexión, a mi me a encantado y quiero compartirla como hizo el conmigo:


Soy de los que encuentran en el verano ese espacio donde el tiempo se detiene.

Otros tienen en las largas horas de oscuridad del invierno el refugio para disfrutar y reencontrarse con uno mismo y sus más profundas reflexiones vitales. Y siempre estará el otoño, propicio donde los haya para hacer recapitulación sobre lo que dio de si el año que amenaza con llegar a su fin. La primavera sin embargo es para vivirla, es cuando acaba el reinado de la oscuridad y tiene sus comienzos el predominio de la luz y la vida, poca reflexión para entonces, solo ganas de vivir.

Pero soy del verano. De sus noches, de su silencio y su cielo estrellado. Es cuando siento esta naturaleza rodearme por entero. Sin mangas y de corto, el calor residual del día acaricia mi piel entrando poro a poro, inunda mi nariz con sus fragancias acariciándome, no como el resto del año donde el frío hiere esas fosas receptoras tan sensibles.

Es cuando mis sentidos se anulan por completo y se llenan plenamente. Sin preocupaciones, sin las obligaciones del año acumuladas hasta hastiarme. Donde el paso de los días me aleja de los problemas y me acerca a mi mismo. Y siempre con esa tibieza en la piel, con ese silencio roto por ladridos o una conversación más o menos lejana.

Es en sus noches cuando me reencuentro con eso que siempre fui, pero que las obligaciones no me dejaron ser. Es ahora cuando disfruto de la contemplación, no me hace falta nada más. Solo oscuridad, un cielo estrellado y una mirada infinita que no ve nada y todo a la vez. Salto del ahora al pasado y a un tiempo indeterminado. Nada importa. Nada se hace imprescindible. No existe el frío, ni el calor, para qué recurrir a necesitar una nueva prenda o a una maquina que amenice la existencia. Nada. Todo sobra.

En esa burbuja que otras veces creamos artificialmente, me dejo envolver, pero en esta ocasión no está hecha de músicas ambientales y estancias de tonos pastel. La fina capa de esta burbuja parece envolver el planeta entero, toda la esfera terrestre parece estar en verano y con él yo, tú y todos los demás.

Y es entonces cuando comienzo mi viaje, éste viaje.

Cierro los ojos y sigo viendo brillar a las estrellas que hace un segundo contemplaba. Sin pensamientos, con ellos, con nuevos vacíos, el espacio se va ensanchando y el tiempo alargando. Siento abarcarlo todo, encuentro explicación a esto y a lo otro, incluso entiendo el porqué de esta vida. No es que entienda, es que siento todo tan dentro de mí, que no necesito comprender nada, todo es y ya está. Nada requiere de mí, ni siquiera yo mismo. Me sobro, no soy nadie y lo soy todo a la vez. ¿Será plenitud? Será. Es igual, todo es calma y la sensación de ser un todo con ella.

Mi espíritu está calmado tras muchos meses de fatigosa lucha contra la vida y lo que queremos imponerle. Pero eso ya ha pasado. Ahora nada se interpone entre yo y lo que unos llaman alma, otros espíritu y otros mente. Descubres que todo era mentira, todo era una farsa creada y recreada por nosotros mismos. ¿Dónde están ahora esas obligaciones? ¿Esas necesidades imperiosas? ¿Esos problemas que nos ahogaban? ¿Esa ansiedad por llegar a abarcar todo y a la hora señalada? Mentiras, todo mentiras. No había nada, pero tenía que esperar a que llegará al verano para volver a darme cuenta.

Vuelvo a abrir los ojos. Llevaban ya un rato abiertos, pero lejos de ver lo exterior, miraban lo interior. Me doy cuenta ahora. Sonrío. ¡Cuanto engañan estos ojos! A ver si la próxima vez me doy cuenta antes, que de estas ya llevo unas cuantas. Las estrellas siguen ahí, ahora la noche está más avanzada y el frescor despierta mis sensaciones más físicas. Con ellas abandono mi estado contemplativo. Vuelvo al ahora. Sigue siendo de noche, una noche de verano.

2 comentarios:

Furacán dijo...

Me ha gustado. Gracias a quien lo escribió y a ti por compartirlo con nosotros.

Saludos!

antonio dieguez dijo...

Quisiera llegar a experimentar esas sensaciones; abandonar las preocupaciones que nos ahogan, que no me dejan ser yo mismo.
Gracias por compartir tan bellas palabras.
Un abrazo.